Leo en maikelnai el siguiente artículo, copio y pego porque no tiene desperdicio:
Los adolescentes fuman, toman drogas, practican sexo sin protección y conducen después de haber bebido. Según un nuevo estudio realizado por la Universidad de Cornell no lo hacen porque se crean invulnerables o porque no hayan meditado los riesgos.
En realidad es probable que ponderen más los riesgos y se tomen más tiempo que los adultos (unos 170 milisegundos más) sopesando los pros y las contras antes de embarcarse en actividades de alto riesgo (de hecho seguramente sobrestimarán los riesgos). Lo que ocurre es que simplemente, muy a menudo deciden que los beneficios, la gratificación inmediata o la aceptación de sus semejantes, superan a los riesgos, comenta Valerie F.Reyna, profesora de desarrollo humano en Cornell.
Con Frank Farley de la Universidad Temple, Reyna revisó la literatura científica sobre por qué los adolescentes toman malas decisiones, y en cómo las intervenciones podrían ayudarles a hacer lo correcto más a menudo. Los hallazgos se publicaron en la sección de Interés Público de la edición de septiembre de la revista Psychological Science.
Los investigadores descubrieron que mientras que un adulto apenas piensa en comportarse de forma arriesgada porque intuitivamente comprende los peligros, sin embargo los adolescentes se toman su tiempo meditando en los riesgos y en los beneficios.
“En otras palabras, las personas experimentadas que toman decisiones tienden a confiar más en el razonamiento difuso, procesando situaciones y problemas en función a las esencias, y no sopesando factores múltiples”, comenta Reyna.
En otro estudio, publicado en la edición de septiembre del Journal of Experimental Psychology: Applied, Reyna descubrió que los doctores toman mejores decisiones procesando menos información y realizando distinciones más agudas (o blanco o negro) entre las opciones a tener en cuanta a la hora de decidir. “Esto conduce a la toma de mejores decisiones, no solo en la vida diaria sino en lugares como las salas de emergencias de los hospitales, donde la rapidez y la calidad de las decisiones arriesgadas resulta crítica”, comentó Reyna.
Estos hallazgos sobre adolescentes implican que las intervenciones (o advertencias) que emplean datos relativos a los riesgos de fumar o practicar sexo sin protección (por ejemplo) podrían errar el tiro, pues en realidad los jóvenes sobrestiman los riesgos de todos modos. En lugar de actuar de este modo, las intervenciones deberían ayudar a los jóvenes a desarrollar su pensamiento “basado en esencias”, en el cual los riesgos del peligro se evitan categóricamente, en lugar de ser sopesados de forma racional y deliberativa.