En la era contemporánea se encuentra diferentes tipos de historias; la que causa pánico, la que ocasionan tristeza, la que deja una información y ninguna emoción y por última aquella que ocasionan un poco de pesar, pero que también hacer reír. La historia de bajo un puente con la gata pertenece a la última clase de historias.
Un hombre de buena edad, se encuentra cerca de una cafetería como todas las demás personas que se encontraban en aquel lugar público, sólo que él no se encontraba ni atendiendo a los compradores, tampoco estaba esperando que se atendiera su pedido; aquel hombre se encontraba pidiendo limosna a la gente.
Se cuenta de una persona que fue a un teatro para ver una película titulada «mejor viuda que mal casada», al paso por la cafetería allí estaba el hombre, pero no estaba tampoco esperando para que se le atendiese, sino que estaba esperando que la gente que entraba a la cafetería le diera limosnas para sus gastos.
Bajo un puente con la gata es la historia de ese hombre de la cafetería, el mismo de la gata, su función era pedir para lograr sobrevivir ante la dura situación que le tocaba vivir a causa de no tener un lugar en el que pudiese morar, ni siquiera un albergue, a causa de la decisión de no dejar su gatita abandonada en la calle.
Bajo un puente con la gata tendría que vivir el hombre, por falta de otro lugar
La persona que iba camino al teatro pudo presenciar de cerca la escena conmovedora del hombre que yacía sentado junto a unos cartones que le servían de asiento, junto a él se encontraba un libro, un arenero, comida felina, un transportín y su gatita Deisy, la cual era el motivo para vivir bajo un puente.
Bajo un puente con la gata, es la historia del hombre que no le permitieron vivir más en un albergue sin no abandonaba su pequeña gatita llamada Deisy. El hombre acepta que su situación es difícil, en función de no poder contar con un trabajo para cancelar la estadía en un lugar donde pueda estar con su gata Deisy.
El recuerdo que el hombre tiene de su gata Deisy, es que la encontró en un recipiente de basura cuando ni siquiera había abierto los ojos, es decir, estaba demasiado pequeña e indefensa ante las inclemencias del tiempo y el peligro que le asedia a todos los animalitos que están en la calle con pocos días de nacidos.
Bajo un puente con la gata, lo ocasionó todo lo que este amigo de los animales había hecho con Deisy, le había dado biberón por algunos meses hasta que pudo comer alimentos sólidos y luego comenzó a usar parte del dinero que conseguía a través de las personas que colocaban moneditas en sus manos como limosnas.
Con esta historia está impresa una enseñanza inmortal, que debe vivir cada persona; se debe renunciar a cualquier comodidad que impida dar y recibir cariño, compañía, comprensión y armonía.
Conozco a este hombre, se llama Antonio y está siempre en Gran Vía. Es una persona encantadora, y además creo que de una gran humanidad. Y Daisy es una MONADA. Deberíamos aprender todos de él; ojalá hubiera más gente como él y menos personas que abandonan o asesinan a sus animales.