La historia va de un tío que roba un coche, lo paran, sale del coche, echa a correr y se esconde en la comisaría de policía de la Avenida Valencia.
Según esta noticia ocurrió en el día de ayer.
Los hay ignorantes, torpes y pardillos. Pero Vlad Ionut P., de 28 años, es difícil de encasillar. Jamás se había visto en la historia de la delincuencia de Aragón, que un ladrón huyera y se metiera en el cuartel de la Policía, casi, casi, en la misma sala de detenidos, para esconderse.
Eso pasó a las nueve de la noche del martes en Zaragoza. El tipo circulaba por la avenida de Gómez Laguna cuando una patrulla de la Policía Local vio que conducía sin el cinturón de seguridad. Los agentes decidieron darle el alto para pedirle que se lo pusiera e informarle de lo bien que viene en caso de accidente, además de denunciarle si era preciso. Sin embargo, no pudieron.
Vlad Ionut -que resulta que iba en un coche robado el día anterior, aunque a los policías aún no les había dado tiempo de averiguarlo- decidió pisar a fondo el acelerador y darse a la fuga.
La patrulla comenzó su persecución y tuvo que esforzarse ya que el conductor se iba saltando los semáforos en rojo y poniéndose por montera los cruces. Al llegar a la calle de Domingo Miral -nombre que ya no olvidará- se metió en contradirección y chocó contra un turismo que estaba aparcado.
Aun así, el infractor decidió abandonar el vehículo y continuar su escapada a pie. A unos cincuenta o sesenta metros, cuando corría paralelo a la tapia del cuartel policial, vio la puerta abierta y decidió colarse dentro para esconderse en un jardín que hay nada más entrar a la izquierda y agazaparse en un lugar oscuro, oculto por los setos.
Los agentes que iban tras él no debían dar crédito a lo que estaban viendo. El ladrón se estaba dirigiendo justo donde ellos querían llevarlo. Es más, fue directo al edificio donde se encuentra la dependencia del etilómetro, el cuarto de detenidos y la sala con cristal blindado para vigilarlos.
Tan rápido entró que no se percató del gran cartel de «Policía Local» que hay en la puerta, ni tampoco vio a los agentes que en ese momento estaban en el patio ni los coches patrulla. Y eso que en Rumanía, país del que es originario, Policía se escribe Politia.
El caso es que los funcionarios ya solo tuvieron que ir a buscarlo entre las plantas, con las debidas precauciones, no fuera a ir armado. Seguro que el cuerpo les pediría decirle algo parecido a: «Venga, chaval, entra aquí y ponte cómodo que estás detenido».
«Un poco más y se sienta él mismo en la silla de la Policía Judicial para declarar», bromeaba ayer un funcionario.
Vlad Ionut P. fue acusado de conducción temeraria, negativa a someterse a las pruebas de alcoholemia y hurto y uso de vehículo de motor. Pero para que se enterara de esas acusaciones, fue preciso llamar a un intérprete, pues no habla nada de castellano ya que hace muy poco que llegó a la capital aragonesa. Seguramente por eso no sabía dónde se encontraba el cuartel de la Policía Local de Zaragoza. Ahora ya lo ha aprendido. Lo que no se sabe es si se le aplicará la atenuante por «entregarse» a la Policía.
Entre las peripecias protagonizadas por los delincuentes en Zaragoza para escapar de la Policía, merece la pena recordar la de Antonio B. G., que no se le ocurrió otra cosa que tirarse al río Ebro desde el paseo de Echegaray y Caballero, lo que le supuso la rotura de un montón de huesos.
Otra fue la de Guillermo S.M. que se quedó encerrado en una tienda de fotos en la que entró a robar y, tras destrozar el falso techo del cuarto de baño, arrancar el inodoro, hacer un agujero en otro punto del techo de la tienda, quitar dos placas de escayola y quedarse enganchado entre el hueco de la persiana y uno de los escaparates, se vio obligado a pedir auxilio para salir del lío en el que se había metido.
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«Da» no lleva acento en ningún caso. Errata enorme. Quítalo, anda.