Siempre pensamos que puede ser que nos toque la Lotería de Navidad y entonces empezamos a cabilar sobre los posibles usos que haríamos con todo ese dineral.
Empezamos por cosas simples, como por ejemplo, un iPhone 4s, una pantalla 3D y poco a poco vamos aumentando nuestras espectativas: un chalet en la urbanización más rica de tu ciudad, tener un caballo en el jardín y por supuesto, un jardinero guapo que cuide ese jardín de rosas y jazmines.
De repente, llega el día esperado, el día de la loteria, en el que aunque estés trabajando piensas en los números que compraste en su momento (igual fue en verano en Benidorm, pero tu te acuerdas de ese número) y empiezas a escuchar el sorteo, o por lo menos, tener noticias de él a través de internet o de amigos que te van chivando si ha salido el gordo o aún no…
Como la mayoría de las veces, vemos que nuestro número no está premiado, que nos volvemos con nuestro número de lotería en el bolsillo a casa, pero al abrir la puerta ves la sonrisa de tu familia o quedas con los amigos y piensas:
¿Necesito algo más que esto en mi vida?
Si tuviese todo ese dinero, pero no puedo estar rodeado de mi gente, no merece la pena.
Firmado: @capazos
Yo compraria de todo!, ni me lo puedo imaginar jaja