Científicos de la Carnegie Mellon University de Estados Unidos han identificado, combinando el así llamado «aprendizaje automático» con imágenes de resonancia magnética, los patrones de actividad cerebral que se generan cuando se piensa en objetos familiares. Asimismo, han demostrado que estos patrones se repiten ante los mismos objetos en distintos individuos, lo que supone que existe una manera común de pensar en dichos objetos. Por tanto, se puede saber en que objeto está pensando un individuo a partir del conocimiento de los patrones de actividad neuronal de otro al pensar en ese mismo objeto. Para ello, los investigadores han desarrollado un algoritmo informático capaz de traducir los pensamientos con una elevada exactitud. El descubrimiento permitirá comparar los patrones de actividad neuronal en personas con enfermedades neurológicas, como el autismo.
Según publica la Carnegie Mellon University en un comunicado, se ha podido saber en qué objetos están pensando las personas, con un 78% de exactitud, identificando los patrones de actividad cerebral asociados a estos objetos, con la aplicación de un algoritmo especialmente desarrollado para esta investigación. Es decir, que el sistema permitió conocer si una persona pensaba en un martillo o en un alicate o si reflexionaba acerca de un castillo o un iglú.
El neurocientífico Marcel Just y el profesor de ciencias de la computación Tom M. Mitchell, de dicha universidad, han pasado dos años desarrollando un método que fue probado con una docena de participantes cuya actividad cerebral se midió por medio de un escáner de resonancia magnética (método no invasivo que utiliza la resonancia magnética nuclear para generar imágenes del interior del cerebro).
A estos participantes se les mostraron dibujos de 10 objetos diferentes, uno cada vez, y se les pidió que pensaran en sus propiedades. De esta forma, Just y Mitchell pudieron determinar con exactitud cuál de estos dibujos veían las personas sometidas al experimento a partir de los patrones de actividad neuronal de todo el cerebro.
Pero los científicos fueron aún más allá, porque excluyeron en la prueba la información de la corteza visual del cerebro, y se centraron en saber si podían averiguar, no lo que los participantes veían, sino lo que estaban pensando.
Descubrieron así que la evocación de un objeto concreto producía una activación del cerebro, en diversas áreas de éste. Por ejemplo, pensar en un martillo activaba muchas regiones cerebrales: si se pensaba en utilizarlo, se activaba el área motora del cerebro; si se pensaba en su forma se activaban otras áreas distintas.
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