Los niños y los perros suelen tener una buena amistad, generalmente cuando los perros salen, lo niños comienzan a seguirlos hacia el lugar donde los perros se dirigen. El compañerismo es algo que se deja ilustrado a través de la historia de un perro de raza «pastor alemán» en la que el perro no abandonó nunca al niño.
Esta historia sucedió en Austria donde no se sabe quien siguió a quien, no se sabe si el perro «pastor alemán» siguió al niño o el niño siguió al perro, lo único que se sabe por esta historia es que el niño y el perro desaparecieron desde el momento en que los dos salieron al patio de la casa a la altura de las 8 Pm.
Desde que niño y perro salieron al patio no se volvió a saber nada de ellos hasta que transcurrieron unas catorce horas. El problema aun era mayor, siendo que en la noche en que perro y niño desaparecen se desata una terrible tormenta, lo cual empeoraba la situación y los familiares del niño y dueños del perro sufren.
En algún lugar lejos de la casa, el niño no sabía qué hacer al enfrentar una de las noches difíciles en la que él se habría alejado y la tormenta cada vez se aumentaba, el único consuelo que le quedaba al niño era el compañerismo con el perro «pastor alemán» que estaba con él sin desampararle en toda la noche.
El compañerismo con el perro confortaba al niño en problemas
Sería normal que el frío de una noche tormentosa podría ser el peor de los problemas que el niño estuviese teniendo y sin cobijas, fuera de una casa donde al cerrar sus pertas, el frío comenzaría ausentarse. De cualquier manera, el niño tenía una fortaleza que le daba un aporte de calor, esta era el calor de su perro.
El compañerismo y calor de su perro sería lo que haría que el niño durante catorce horas que estuvo desaparecido pudiese conservar la tranquilidad. Los padres del niño comenzaron a buscarle; a ellos se unieron policías, bomberos, los vecinos y la gente forastera que estaba disponible en la búsqueda del niño.
El problema es que niño y perro se habían ido lejos, habían tomado un camino de tierra y se encontraban muy lejos del lugar, en el que todo el personal de búsqueda estaba tratando de encontrarles. Una seña: por la mañana apareció un pañal a dos kilómetro y medio de distancia de la casa, en la que vivía el niño.
Lo que más favoreció al niño fue el compañerismo que tenía con el perro que le brindó compañía, amistad y calor en una noche de tormenta, en la que se encontraba lejos de su casa y sus padres. La policía tomando como un patrón de búsqueda los pasos del niño, siguió sus huellas que le llevaron a su paradero.
El niño fue hallado en una zona de maleza, pero sin lesiones de ninguna índole.