Funcionó como nunca es una historia en la que se cuenta que una persona paseándose por la calle, se encontró un vaquero viejo, es posible que comenzara a pensar qué uso darle y llegó a la conclusión que el mejor uso sería hacer algunas bromas con él, lo llevó a su casa con la idea entre cejas.
Al llegar a la casa con este nuevo personaje que formaría parte de los habitantes de la misma, es posible que comenzara a intentar como planear en forma correcta el lugar donde lo colocaría para lograr asustar a la gente, en especial a las mujeres que son las que con más facilidad se llenan de pánico.
En la sala no sería un buen lugar por estar tan próximo a la puerta de entrada, en el comedor sería otro lugar demasiado visible, en cada una de las habitación tampoco sería un lugar tan apropiado, entonces él sigue pensando acerca del lugar en el que debe quedar el vaquero viejo que servirá de diversión a otros.
Finalmente termina por pensar en que el mejor lugar sería el baño, al cual en algunas ocasiones se entra casi siempre de prisa y con la mente puesta en satisfacer la necesidad del momento, por esta razón, este sería el mejor lugar en que se debería dejar este personaje, después decir: funcionó como nunca.
Funcionó como nunca había funcionado otras cosas
Posiblemente esta persona estaba pensando que llegaría a la conclusión final que funcionó como nunca ninguna de las bromas que había hecho le había funcionado tan bien como la del vaquero viejo. Aun al colocarlo en el baño, se tenía que ubicar en el mejor lugar, de tal manera que funcionara bien.
Cada una de las personas que vivían en la casi eran prospectos para víctimas de la broma del vaquero, sin embargo, se piensa siempre que la mejor persona debe ser una mujer; las mujeres le tienen miedo a las cucarachas, a las mariposas, a los ratones y en fin a casi todo, hasta al esposo tienen miedo.
Entonces en este orden de ideas, el muchacho autor de esta broma colocó bien el vaquero en el baño y se quedó a la expectativa de cuál sería la persona con la que estrenaría este ingenio de alegría. Pues efectivamente quien entró al baño fue la señora, o sea, la propia madre de ingenioso muchacho, qué susto.
La broma funcionó como nunca pensó que funcionaría, cuando ella vio el vaquero dio un grito que se debió escuchar por lo menos unas diez cuadras a la redonda, el susto fue terrible y, claro que la risa de los demás habitantes de la casa tuvo que haber sanado unas cuantas enfermedades por lo estrepitosa.
En realidad fue todo un éxito la broma ideada por el muchacho y sirvió de diversión hasta para la propia señora, una vez que se dio cuenta de lo que se trataba.